El pueblo está muerto sin la mina. Así lo afirman sus vecinos, para quienes la crisis empezó con el desastre medioambiental de 1998, que paró la actividad de la explotación. Más de 250 familias de la localidad sevillana de Aznalcóllar tienen que recurrir a los servicios sociales para comer, y cientos subsisten con la pensión de los abuelos. Se dicen cansados de esperar a que la Junta de Andalucía permita reabrir la mina. Los ecologistas creen peligrosa esa reapertura. Dolores Romero acude al Ayuntamiento de Aznalcóllar acompañada de sus padres, Ana María y José. Aprieta el calor en el pueblo sevillano en pleno mes de agosto, pero más lo hacen el hambre y la necesidad. “Está la cosa delicada”, resume el padre, a lo que su hija añade: “Si abrieran la mina, habría muchos puestos de trabajo para la gente de aquí y también para la de los alrededores”. Ninguno de los tres tiene empleo. Han pedido cita con el alcalde, Juan José Fernández, vencedor en las pasadas elecciones municipales por IULV-CA, para entregarle su vida laboral y pedirle “algún trabajillo, aunque sea temporal”. Por la mañana, Dolores, de 24 años y madre de un hijo de cuatro, había acudido al reparto de alimentos que hace el ayuntamiento cada semana para ayudar a las familias más necesitadas. Si quieres leer más sobre este y otros reportajes, descarga la revista en PDF.
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